Poesía

 La conciencia primigenia musita en sílabas traviesas. El oído es un primus recién encendido.

Lastimaría las lágrimas convencerte de sinrazones.

Per mi credo prohíbe el exceso poético, la gula intelectual y las zozobras emocionales.

Así que me conformo con barruntar el presente anacrónico de mi inteligencia.

Sobrevivir a la sonora cadena de sucesos.

Someterme al acaecer y hacer de mí un voyerista.

Placentero convenio de vivir sobreviviendo.

Cómodo acto de cortesía mundana.


Y después la idea surge como bólido

arrasa como innundación, penetra como

aguja en el brazo del donante.

Entonces por mucho que me resista

la poesía llama

y otra vez estoy frente a una hoja

dejándome ir.


Porque siempre estuvo ahí, esperando

y será mi eterna compañía.

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