La tormenta
Hacía mucho tiempo, que todo el tema sobre la tormenta no era mucho más que una idea de tormenta. Idea fija que tenía atormentados a los meteorólogos. Historiadores de fenómenos climáticos que tiran predicciones a la hora del llover. Puede ser, va a llover, con granizo, gota grande, gota gorda, la que estamos esperando, ansiosos, deseosos de faltar a laburar, a estudiar, y quedarnos a profundizar la relación con nuestro televisor, cocina a gas, celular y monitor... y cargador. Pero nunca el lavarropas, que se desboca de los trapos a lavar cuando a la tormenta se le dé por aflojar. Hacía mucho tiempo que la tormenta era idea de tormenta. Y nos mirábamos acalorados salir echando bofes al supermercado, todos traspirados, amontonados en los ómnibus, las cajas y otros tantos numerosos espacios cerrados, con nuestros congéneres cercanos y no tan cercanos. ¿Y cuándo viene la tormenta? Ya nos preguntábamos... Como que la extrañamos. La tormenta nos asusta. ¡Tormenta en tres minutos...