La muerte de Narciso

Murió por amarse, calló para siempre.
Se murió maldito por quererse así,
murió maldecido de rencor de diosa.
En calma contemplan las ondas crecientes
dos cómodas ninfas en pose de alcohol
el flexible tallo, el aro y la estrella.
Raíces se enredan besando la orilla
como una apostilla de la triste flor
que inclina la frente, que no mira al sol,
que nació del muerto, maldito, arrogante.
- Qué flor tan bonita - decía un señor.
- ¿La flor esa fea? - preguntó una ninfa.
- La flor del dolor. La flor del dolor.
- No puede quererse - la ninfa agraviada
de ideas ajenas ponía la culpa en
la flor del dolor. La flor del dolor
ya no se expresaba, no estaba agraviada,
no sentía nada, era sólo flor.
Los dos disputábanse, ninfa y señor,
si era de amarse la flor o si no
En eso ocurriendo, otra ninfa interviene
- a mí me parece que es otro el cantar,
la flor es bonita, porque quiere serlo
¿por qué no la dejan que lo sea en paz?
total ya murió. - ¿Total ya murió?
decían los otros. Repuso el señor:
- No puede morir lo que nunca termina,
la flor transmutó, Narciso está vivo,
ahora ya es flor: la flor del dolor.
- A mí me da risa - dijo la otra ninfa,
- no es hombre si es flor. Tal vez algo más.
Conozco a los hombres, y eso... no es tal.
No harás otra cosa que verte muy mal,
si vas por la calle diciéndole al mundo
"me gusta el Narciso, que nunca murió".
- A mí poca cosa me importa la polis.
- A mí poca cosa me importa también.

La ninfa dolida le dijo a la diosa
que había una ninfa y un verde señor
que andaban diciéndose el uno y la otra
"Narciso está vivo, él nunca murió"
La diosa, cansada, de tanto importunio
no quiso ensañarse con aquella flor,
corola tranquila... Total en la vida
no pueden las diosas ocuparse tanto
de hombres que se aman volviéndose flor.
- ¡Pero la otra ninfa! - la ninfa irritada -
Lo quiere a Narciso, y quiere al señor.
-¿Entonces qué quieres? - se frunció la diosa
- que vienes contándome lo que pasó,
"Narciso está vivo", "lo ama un señor",
"lo ama una ninfa", tal vez lo ame yo.
Pero esto que dices sobre esa, tu hermana,
que tiene las mismas ojeras que vos,
que tiene defectos y tiene virtudes,
que piensa, que siente y que vive también,
que se hizo del viento, que mamó del sol,
que escribe canciones, que vuela y aprende,
que ve las estrellas, la luna es su miel.
¿La ves como objeto para tus querellas
y vienes aquí sonsacando mi paz?
Tú que huyes de libros y luces adornos,
que comes cadáver pues muerta ya estás,
que piensas que puedes hacerte de nada,
y nada de nada en tu alma tendrás.
El sol te aprovecha, la luna te espanta
y miras con celo la diversidad.
Podrías aprender pero lo estás vedando,
la miel no te place, en hiel dormirás.
- Rencor de una diosa le puso final
al triste Narciso, no lo has de olvidar.
- Rencor de una diosa, que ya no lo es más.
- ¿Que no eres más diosa? - La ninfa sonrió.
- No quiero escucharte. Prefiero ser flor.
- Por más que seas flor tú siempre eres diosa.
- Si es eso u oírte, prefiero ser flor.
A ver si me aman como a aquél Narciso
a ver si me amo, y si me amas tú,
a ver si un señor o a ver si una ninfa,
un cántaro abierto, un rayo de luz.
- En rencor de diosa me había inspirado.
- ¿Y ahora te vienes culpándome a mí?
Las diosas mudamos, pues rocas no somos,
si puedo yo hacerlo, muda también tú.

De aquesta leyenda sabremos muy pronto
la historia se escribe al obrar el amor.
Amor que conmueve a diosas, a ninfas
a cántaros y por supuesto... a un señor.


Aaron White

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